Monday, April 03, 2006

El consenso y la conciliación en las democracias - caso Ley de Planificación Familiar

“¡Ley pervertida! ¡Ley – y con ella, todas las fuerzas colectivas de la Nación – desviada de su objetivo legítimo y dirigida a un objetivo totalmente contrario! ¡Ley convertida en instrumento de todas las codicias, en lugar de frenar las codicias! ¡Ley hacedora de iniquidad, cuando su misión era castigar la iniquidad! Ciertamente se trata de una situación grave y de su existencia se me debe permitir alertar a mis conciudadanos.”

Frédéric Bastiat

Al vivir en una democracia pareciera que se ha alcanzado un nivel de consenso en el cual la paz y la prosperidad serán tan sólo agregados del logro al que ha llegado la sociedad y la humanidad misma.

Al vivir en democracia se piensa comúnmente que se ha alcanzado un estadio evolutivo de nuestras instituciones que nos permite convivir en hermandad y fraternidad alejándonos del hambre, la opresión, la envidia y las sangrientas luchas de poder.

Todo esto, es la democracia que las personas suelen pensar como un fin último. Esta es el arma utilizada por aquellos “progresistas” que claman por el respeto de las mayorías desde grupos de presión que no hacen más que buscar la consolidación de intereses particulares y muchas tantas otras veces de intereses egoístas y avaros.

Pero esto no es la democracia.

La democracia no es el culmen institucional del consenso y del respeto de los designios y deseos del antes oprimido y embaucado.

La democracia no es más que la consecución de acciones, como un medio para alcanzar el progreso y libertad individuales, en la que se reducen al máximo las pérdidas que cualquier decisión tengan para los integrantes de una nación, estado o utopía.

Una de tantas candentes discusiones en nuestras jóvenes democracias es la afamada y contendida Ley de Planificación Familiar. En este ensayo la tomaremos como un leve ejemplo (que podríamos igualmente aplicar para la discusión sobre asuntos tales como la pornografía, venta de drogas, prostitución, seguridad social y educación) de cómo en una democracia naciente distintos grupos de interés buscan proteger y defender los intereses del desvalido y del pobre.

Cuando los grupos “progresistas” escriben en nuestros diarios o conferencian en nuestras radios locales a favor de una ley que aparentemente vendrá a solucionar, de manera dionisiaca, la cruel y vil situación social y económica de nuestra población pobre y sin educación, surgen grupos fuertes de personas que en su afán de ayudar al desvalido amenazan el futuro de los que vienen creciendo y que con tan sólo unos cuantos años de vida ven amenazados su futuro y el de sus hermanos.

Porque el pensar que una ley que vendrá a educar al ignorante, a proveerle de un arma que desde las escuelas servirá como un “control natal institucionalizado” es un arma muy peligrosa. Tan peligrosa que bajo la sombra de la benevolencia afectará la creación de riqueza y prosperidad de nuestra nación.

¿Acaso el hombre primitivo hubiese sido más rico al tener menos hijos? ¿Acaso la riqueza de nuestras primeras grandes civilizaciones tuvo lugar cuando se educó a las mujeres y hombres que el tener menos hijos era la clave para su progreso? ¿Cuándo vimos en nuestra historia que la reproducción era una forma de empobrecernos?

Más aún, ¿desde cuando empezamos a ver los nacimientos como externalidades negativas de la sociedad?

El problema que nos atañe ahora no es parte de la historia de las tribus nómadas, ni de los grandes imperios que existieron. El problema que nos atañe el día de hoy podrá recibir tantos nombres como puedan pensar y yo en esta ocasión utilizaré el nombre de “ley de planificación familiar”.

Vivimos en los albores de un nuevo milenio, en Guatemala vivimos en los albores de una democracia en sus primeros pasos que ha enfrentado muchas dudas sobre su efectividad y eficienticidad.

¿Por qué? Porque aún nos preguntamos si es posible llegar a consensos y conciliación para la solución de los conflictos y diferencias. ¿Desde cuándo empezamos a creer que la democracia era el medio par realizar conciliaciones y consensos?

Desafortunadamente, la democracia no es sinónimo de consensos ni conciliaciones. La democracia no es más que un medio eficiente por el cual se reducen los costos de transacción para la consecución de políticas públicas eficientes que permitirán ser los medios para alcanzar la riqueza, la paz y la libertad[1].

El pensar que nuestras democracias deben ser el fruto de la conciliación de todas y cada una de las divergencias cósmicas de visión de cada uno de sus miembros es un arma demasiado peligrosa. Tan peligrosa que en nuestro afán por convenir puntos de vista antagónicos ha dado lugar a la consecución de sistemas totalitarios, populistas y altamente corruptos.

Como Charles Murray explica acertadamente en el libro “What it Means to be a Libertarian”[2], el simple hecho de entregar a nuestros gobiernos la capacidad de alterar e ingresar en nuestras vidas y comunidades ha permitido el surgimiento de burocracias que se suponía hubieron de defender nuestros intereses, cuando en realidad eran ellos, los burócratas, las personas menos indicadas y capacitadas para ingresar en los asuntos privados de las personas que les entregaron a manos abiertas el poder de modificar sus vidas.

Simplemente dejamos en sus manos, las de los burócratas, las responsabilidades que como individuos nos correspondían, sin darnos cuenta que la entregábamos a los más irresponsables y a pesar de que una vez se abre esa puerta el cerrarla es muy difícil o quizá imposible o utópico[3]. Es aún posible evitar que sigan injiriendo en nuestros asuntos y cerrarles las puertas al poder de seguir tomando decisiones que a los individuos y sus familias atañen.

Porque es muy fácil y humanitario pensar que “la mayor prioridad de una sociedad civilizada es reducir la pobreza” como Murray explica, pues al igual que él considero que la prioridad de una sociedad civilizada es en realidad proteger la libertad humana.

Pues es a causa de la libertad individual que nuestras sociedades evolucionan y sus instituciones se adaptan a la normativa que con el paso del tiempo ha demostrado ser tan o lo suficientemente óptima para proteger la creación de riqueza y bienestar de las sociedades.

Dejemos a un lado al estado bienestar que norma nuestra vida y políticas públicas y concedamos este poder a los ciudadanos libres y responsables que se encargarán de velar porque el nivel óptimo para ellos y sus familias sea el que proteja su estado de bienestar y armonía con los integrantes de sus comunidades y conciudadanos. Porque el sufrimiento siempre existirá y no importa cual sistema económico-social se cree o se consensúe: la pobreza, el hambre y el sufrimiento se mantendrán.

Lo que atañe a nuestros representantes es tan sólo la toma de las decisiones menos costosas y con menores externalidades negativas sobre los ciudadanos que representan.

La democracia no se trata de llegar a consensos ni mucho menos de conciliar posiciones.

Es nuestro deber como ciudadanos educar a aquellos que aún piensan que necesitamos a un gobierno que provea medios anticonceptivos y antifecundativos a las masas. Demos esta labor, que pertenece intrínsecamente, a las corporaciones privadas y luego seamos nosotros quienes creemos los medios de producción y los empleos necesarios para que aquellos que tengan bajo su protección a sus hijos y esposas puedan ser los artífices de su riqueza y bienestar individual.




[1] “Freedom is the raw material for the choices that make up a life –the myriad choices that go into assembling your little platoons, exercising your realized capacities, and demarcating a place for yourself and your loved ones. Responsibility, freedom’s obverse, is the indispensable quality that allows us to carry through on our choices and take satisfaction from our accomplishments…” “What it Means to be a Libertarian”. Murray, Charles. Broadway Books. Nueva York. 1997. p. 35


[2] “What it Means to be a Libertarian”. Murray, Charles. Broadway Books. Nueva York. 1997


[3] “Government intervention did not occur everywhere all at once. It proceeded in bits and pieces, directed at specific goals.” “What it Means to be a Libertarian”. Murray, Charles. Broadway Books. Nueva York. 1997. p. 47

Wednesday, January 25, 2006

The Twenty First Century Armed Conflict in Guatemala

“You never had to go through that”. That was a phrase that got straight into my mind and made me thing what was it that I never had to live.

They were referring about the armed conflict that for 36 years affected the countryside and even the capital city of Guatemala. I could hear them refer about how was it that they had to go straight to their homes before 8 pm because of the “toque de queda” that the government implemented to avoid having “communist” meetings in the dark nights.

Also, they told me how was it that, many times, they heard the parlor stop the projection of the film and asked them to evacuate ASAP because there was a menace of a bomb in the theater.

I am sure I had never lived a status quo were I had to be afraid of guerrilla’s activity, or even from the activity of the armed forces of the government. But is it all true?

It is certainly not. Since December 29, 1996 Guatemala signed a “Peace Accord Agreement” with the belligerent forces of the guerrilla and the government in turn. It was a peace accord of holding down arms that was up to end with an “enduring peace” that was supposed to last for ever, and in the near future forgotten by the next generations that never had to live it.

Has it all finished? It does certainly not.

Guatemala has lived the beginning of a twenty first century type of war. It is called the war against the “maras”, gangs that have taken control of entire zones of the capital city, and entire zones of the inland towns; making security, under government’s obligation been totally disappear and a new force appear in our society. What a teacher once called a “parallel power” had appeared in the “never spoken about” society we, Guatemalans, live in.

What is the reason for all this chaos? The reasons are many, but the solutions are less obvious and less easy of implementing.

Guatemala decided that the armed conflict was up to an ending and the former President in government, Álvaro Arzú Irigoyen, decided that it was time for him to receive the “Príncipe de Asturias prize” for ending the so called war. Once the peace was signed, the conflict was up to end in a few months and demobilization of the belligerent forces was supposed to turn on their arms and return to their civilian life and work the land they possessed, or were going to receive.
[1]

Once the peace was signed a backyard problem appeared in the landscape. It was the “armed gangs” in Guatemala that started to spread as a parallel power all over the capital, towns and little villages.

Supported by the drug dealers, that since the last decades had an almost divine immortality and lived as the “untouchables” of our society; these gangs reinforced their strategic “occupied areas” and started recruiting new forces to their regiments.

Where was the government in this moment? Why did not they act?

The reason and maybe a huge part of the guilt of the chaos that is soon to begin in Guatemala, I may even dare to predict a new and distinct “twenty first century way” of civil war, was that the weak government that by not reason appeared in Guatemala since the ending of the armed government in 1986.

But the reason is even deeper and obscure, it involved the incentives Guatemalans had to avoid to return to a strong type of government that was certainly never to be in the short time occupied by an army men. As well, it meant that people were tired of having a police government that would have told were to meet, eat and sleep, and at what time to do so.

And there is one more huge incentive. It included the Scandinavian countries and the rest of the European Community that had made an incredible pressure in our political image in front of the international community, which meant that, if we did not turn into a more “democratic” government the influx of cash was soon to stop and our morally depraved economy and society, was soon to be in a deficit that only was saved because of the aid we had received for decades from the international community.

The effect of this externalities turn the country into a very “calm society”, actually meaning an afraid of danger society, were a parallel force started to grow; without a strong government that would have procrastinated it to ever occur and without a government force strong enough to secure the citizens and protect them of danger.

Guatemala had just turn into a government were all the power rests in a weak President that has not the enough power to reinstate order, or at least to secure and protect the capital city nor the towns. Guatemala has gotten for itself a weak government that because of the lack of leaders, because of the massive killing of leaders since the 1960’s, which right now had made a whole in our society where no important example of leadership can be found.

Guatemala has been just turn with open arms into the wrath of this new parallel power that would institute a status quo of lack of a strong government directed by civilians that by the use of arms and power would exploit, abuse, rape and panic my fellow Guatemalans.

We have just begin a third millennium were we would have to fight against a weak government and a strong civilian-gang power that has been spreading like a plague around the community.

Shall we see a strong leader come in our help? Or shall we suffer a new century of fearful, unjust, corrupt, and wicked Guatemala?



[1] It also meant integrating the indigenous peoples that are part of our society, and these people were supposed to be “recognized” as an integrant and important sector of our society, as recognition of their suffering since the colony (something I have lot to say against, but that is not of an issue in this essay).

Sunday, January 22, 2006

The Greenhouse Effect, the CO2 and the IPCC - A Bermuda Triangule

“Will The European Union of the next century be more
clean, healthy, beautiful and prosperous?

Or would we continue to suffer the crescendo of
air, water and ground pollution?

Would we continue suffering
the loss of rainforests and plains?

Would we continue suffering the increasing
number of sicknesses that may
derive from our actual living styles that are
more urbanized and industrialized?”
[1]

Does this last paragraph hit directly into your heart and sentiments? Of course it does.

The last phrase has no intention but to get into the collective unconscious that is actually claiming for help into the constant fear of having its houses disappear from the landscape because of a tropical storm or maybe even the most destructive hurricane of history.

Why, then, we associate, since a few decades ago, destruction and the wrath of nature with the “wrath” of that heinous capitalists that seeks for nothing else but to satisfy their hunger of power and money without taking care of the thousands and thousands of poor people that live in constant fear of nature.

Through this essay you will be able to observe, read, refute, judge, or maybe support the information that, followed by a brief research, has proved me that the causes of that constant alarm and attack to the “heinous” capitalists is nothing but a political game used with the masses and against the masses to inform them with groundless fears and data for hidden political agendas of logrolling and turbid interests.

Planet Earth has suffered, all through its geological history, a cycle of constant climatic changes which are known for not having a steady temperature. These climatic changes have distinguished themselves by fluctuations in the “thermostats” that for thousands of years have demonstrated to be relevant and significantly just an approximation.

Even those changes of significant importance have been capable of turning into strong ice rocks, icebergs, and glaciers all of the Northern Hemisphere and have caused that the level of seas fluctuate in different periods of history, raising and diminishing in a voluble and lent way. Never prematurely nor torrential, and never affected notably by the human action, nor less caused by those rational mammals that live in the planet of which they are masters and lords.

According to the data accepted by the worldwide science society, the Planet Earth is around five thousand million years old. And, during this impossible to measure period of time, have occurred Glacial Periods that have corresponded to only a 1% of the Earth’s geological history.

In Contemporary geological and climatic history groups of scientists asseverate that the planet is actually in between of two glacial periods; and in a world that lives between two glacial periods, it’s certain that climatic changes will fluctuate violently (let’s keep in mind that Earth’s history is measured in thousands of years and in the same way this climatic changes won’t be perceptible in it’s totality to humans, but eventually with the passing of time).
[2]

Then, is in any way human activity in the planet able to have and important effect, with only a few thousand years of existence, in the climate and geology of the planet? Is it then possible that only because of the Industrial Revolution the man has been “guilty party” of the “destruction” of the planet and we are just in the way of causing an ecological cataclysm?

My answer is NO. Nature is wise and old, and it is a Capital Temptation to even try to give to the human ego that, maybe even divine, power of destroying what took millions and millions of years of evolution, and for man to destroy it in only a few decades or centuries.

Recently world organizations have initiated claims all over our countries speaking in behalf of nature and in behalf of the planet a fight of life or death between those who believe having for themselves the power of saving the world from contamination, greenhouse effect, droughts, floods, extreme cold and hot and even global warming itself.

Of course we must protect the planet, and of course there is no other possibility but to respect what to nature itself has taken millions of years to produce. But, it is impossible for us has humans to believe that we are capable of transforming or modifying nature into a desert because of mass production, capitalism, industrialization, productivity, market efficiency and creation of richness.

These ideas of panic began more than a century ago when one of the first scientists that studied the world climate tried to establish a theory about the issue. His name was Svante Arrhenius and he was a Swedish professor that published the first scientifically “verified” investigation that mentioned that the rise of the quantity of carbon dioxide in the atmosphere was a cause of the changes in temperature of the planet.

His ideas continued to evolve by different scholars and a series of studies and researches, by the hand of the first methods of climatic analysis, confirmed his investigations and even amplified its impact.

By the passing of time all of those statistics started to spread all over the world and people started to concern about the supposed dangers and threats that human beings were causing to the world in a macro level.

One of the most important organizations in the advance of this issue is the IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) that was created by the WMO and UNEP to analyze all the scientific information that is of importance to the understanding of climate change. This panel actually attempted to state that “the balance of evidence suggests that there is a significant human influence in global climate”. How significant and of what type they believed that human activity would make an impact in global climate is one of the central points of this essay.

Next to statements as the one mentioned, political activists have declared that “torrential rains have risen in agricultural regions” or “that glaciers are melting”, both statements of the former Vice-President Al Gore. Also, statements such as “we hare not sure that global warming of Earth is responsible of what we consider a substantial rise in drastic climatic changes, but I think it does” of ex President Bill Clinton have made an impact on those rationally ignorant people that have been alarmed and cried to a turning back of economic growth in name of the wishes of the goddess Gaia.

Evidence shows that the actual paradigm pretends to say that it is dangerous for the survival of human beings that the climatic and temperature changes occur and they have maintained this postulate on the data provided by three different climatic scenarios of temperature change for the year 2100. These scenarios of changes in globally averaged surface temperature evolve from a rising low scenario of 1.92ºF/decade to 9.6ºF/decade until a 25.6ºF/decade.
[3]

Actually, six thousand years ago the Earth had a temperature of 4ºF above this century’s temperature and even do human beings lived in a Sahara Desert full of plants, trees and animals; dense rainforests that covered Europe from the Alps until the Scandinavian Peninsula; and Canada had a warmer and rainier climate.
[4] Carbon Dioxide concentrations also, were 16 times higher sixty million years ago without the existence of a greenhouse effect and other periods of the Earth’s history experienced three or four times more CO2 with a warmer climate.[5]

By the passing of time the Earth started to become warmer and by the end of the glacial period the levels of sea rise, agriculture developed, technological advanced developed in an accelerated manner and there was a “climatic optimum” in which temperature was significantly warmer than twenty century’s temperature by 4-5ºF.
[6]

It is in that way that the mixture of three indispensable factors were needed to domestication of plants and animals, and then of cultural advances, and then of mayor technological breakthroughs as the professors Ammerman and Cavalli-Sforza asserted in 1984: a global warming, an increase in rain and a rise in carbon dioxide levels; all of them needed for development and invention.

Maybe then, the most important thing to do is not combating climate change, because I assert that it is an adulation to our human ego to believe that we are even capable of predicting the exact moment were they will occur and what would be their destructive effects. We must then, adapt and fortify our ports and costal cities turning them in strong installations capable of handling the hitting of this destructive rains and hurricanes by pumping as much money as possible to save in health the people that may get hurt by them if not secured. And certainly not by stagnating the world economy and taking it back to 1990’s levels of industrialization and commerce, hurting the economy of the wealthy and even more of the Third World economies such as my country.

I hope there shall be still rational people that would seek for the last never to happen. What would you decide?
[1] La Unión Europea y el medio ambiente. Comunidades Europeas. 1998. pp.5
[2] Michaels, Patrick; Balling, Robert. The Satanic Gases. Cato Institute. Washington, D.C. 2000. pp.75
[3] For further information on the graphic view: “The State of the Environment”. Organization for Economic Co-operation and Development. 1991. pp.26
[4] Gale Moore, Thomas. Climate of Fear. Cato Institute. Washington, DC. 1998. pp.23
[5] Idem. pp.28
[6] Idem. pp.30-31

Wednesday, December 28, 2005

Lo protervo se corta desde la raíz

Yendo a través de las página de la, para mí afable, revista Reason del mes de noviembre de 2005 encontré un breve comentario escrito por Jesse Walter (escritor de op-eds de renombre mundial y autor del libro Rebels on the Air: An Alternative History of Radio in America).

El artículo comentaba una de las decisiones que el presidente ucraniano, Viktor Yushchenko, había tomado respecto a la corrupta policía de tránsito de su país. Su decisión: eliminarla y mandar a los policías a casa.

El resultado: las estadísticas de accidentes, muertos y heridos no iniciaron un crescendo y de hecho se mantuvieron estables.

Nuestra Emetra creo funciona en una manera muy eficiente y apenas estamos viendo su trabajo. Pero en lo primero que pensé fue en los cientos de execrables y corruptos que tememos nos ataquen al conducirnos en las carreteras del país, además de los cientos de crímenes corruptibles que a diario engendran.

¿Será acaso una solución eliminar y mandar a casa a nuestra PNC? Quizá deberíamos enviar a nuestro tan deleznable presidente y a los rústicos y prosaicos congresistas a un viaje al interior del país para que ellos también encuentren el albor de una decisión que acabe con el miedo de los ciudadanos dignos y trabajadores de conducirse con tranquilidad en las carreteras.

Wednesday, December 07, 2005

Yo el Supremo por Augusto Roa Bastos

"It is a paradox that every dictator has climbed to power on the ladder of free speech. Immediately on attaining power each dictator has suppressed all free speech except his own." Herbert Hoover

Augusto Roa Bastos nació en la ciudad de Asunción, Paraguay el 13 de junio de 1917 y falleció en la misma ciudad el 26 de abril de 2005 luego de haber vivido en el exilio cuando se estableció la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay.

A lo largo de su carrera Roa Bastos recibió varios premios a las letras entre los que se encuentran el Concurso Internacional de Novelas Editorial Losada en 1959, el Premio de las Letras Memorial de América Latina en Brasil el año de 1988 y el Premio Cervantes a la Literatura en el año de 1989.

Roa Bastos fue un poeta, un novelista, un dramaturgo y un historiador que tuvo frutos literarios en todas las áreas literarias que abarco. Su obra cumbre la finalizó en 1974 y la tituló Yo el Supremo.

Yo el Supremo presenta una reseña histórica a la vida política del que fuera el Dictador Supremo paraguayo a lo largo de 26 años: José Gaspar Rodríguez de Francia. Su obra es un claro ataque al autoritarismo y una crítica al poder. Es un ataque a la represión que se vivió en el país por 26 años y es una visión equilibrada que se basa en el uso de la prosa y la palabrería para relatar la historia del doctor Francia desde la perspectiva de las víctimas de su régimen. Todo esto recorrido a lo largo de las anotaciones recabadas en su Cuaderno Privado.

Es así que la obra es escrita en una especie de discurso-dictado, como ha sido claramente demostrado por críticos de su obra a lo largo de toda latino América, en el que Él Supremo relata sus pensamientos a través de afirmaciones sucedidas de contradicciones que Roa Bastos utiliza para ejemplificar la mística ficción con que El Supremo gobernó por 26 años.

El caudillismo latinoamericano es el producto del rompimiento que el continente americano realizó a inicios siglo XIX con la metrópoli española. El surgimiento de un poder criollo en busca de reafirmar sus intereses político y socioeconómicos se mostró representado en la elevación al poder de figuras paternalistas que reflejaban la ausencia de una cabeza de estado, que antaño fuese el lejano rey en la madre patria.

Por más de 50 años a lo largo de toda América la sucesión de gobiernos apoyados por la ruptura del orden y la ley permitió el ascenso de figuras militares y de poder criollas que se asieron en el poder del gobierno y establecieron regímenes perpetuos dictatoriales, que se remontan a la república romana como la figura de un magistrado extraordinario con poderes ilimitados presente en los períodos de guerra.

Luego de que los países latinoamericanos declaran su independencia de la corona española le sucede un período de inestabilidad política y anarquismo en el cual el sustento del poder está basado en débiles hilos que atan a las autoridades tradicionales al poder.

Esta ausencia de un poder que defendiese a los nacientes estados da lugar al ascenso de un poder caudillista que habría de defender los intereses y libertades de los nuevos estados. Este poder estaría centralizado en figuras que tomarían el control absoluto y dictatorial del poder y restablecerían el orden social luego de eliminadas las amenazas exteriores por países vecinos o por la corona española.

Paraguay no escapó a este sistema en constante amenaza por las naciones vecinas y desde antaño miraba amenazadas sus salidas comerciales al mundo exterior. Paraguay vio como era amenazada por dos frentes principales que provenían de las Provincias del Río de la Plata al sur y del imperio brasileño al este.

Fue así que el establecimiento de un poder caudillista similar al que se aplicaba ya en el resto de países latinoamericanos encontró cuna en la ciudad de Asunción en el año de 1814 con el otorgamiento de poderes dictatoriales al doctor Francia. Luego de la independencia paraguaya en 1811 y el establecimiento de una Junta de Gobierno el rápido ascenso y control del gobierno por un erudito ilustrado como era José Gaspar Rodríguez de Francia le permitió acaparar primero el control de la mitad del ejército y armamento disponible como Encargado de Asuntos Exteriores paraguayo. Finalmente le otorgó tres años de poder absoluto como cónsul en la que abría de ser la primera república de América Latina y que estaría bajo su control hasta 1840.

Sus políticas caudillistas le otorgaron el poder de crear una policía secreta, cerrar las fronteras de la república al ingreso del comercio y personas del exterior moviendo al país entero a una economía de autosuficiencia. Francia eliminó el poder de la Iglesia católica que representaba el antiguo poder de las elites criollas y se nombró cabeza de la iglesia paraguaya, siendo luego excomulgado por el Papa. Se decidió a eliminar paulatinamente la presencia española y luego de un sistema de arrestos, torturas y asesinatos se aseguró el control de 26 años de gobierno y la eliminación del poder criollo o el español en la república.

En el mismo momento en países vecinos a Paraguay se había establecido ya sistemas caudillistas en Perú, Bolivia y el Río de la Plata que variaron mucho del sistema establecido por el Doctor Francia.

El sistema paraguayo del Dr. Francia se estableció con la existencia de una elite político-económica débil luego de la destrucción de los estamentos conformados por los peninsulares, los criollos y la Iglesia pre-independentistas. En Perú, Bolivia y el Río de la Plata se conservaron estos estamentos y la Iglesia mantuvo su existencia como un representante de los intereses conservadores del país.

En Paraguay se mostró un rápido ascenso de una baja burguesía que ascendió al control de los medios de producción y adquirió las propiedades que pertenecían a los conventos y seminarios de la Iglesia Católica, Iglesia que debió someterse al gobierno paraguayo, con Francia como jefe eclesiástico.

Perú, Bolivia y el Río de la Plata continuaron dependiendo del comercio exterior con los países europeos mientras que Paraguay se sumió rápidamente en un sistema económico de autosuficiencia e incluso de subsistencia alejándose cada vez más del comercio exterior. Comercio que se mantuvo bajo el control directo del gobierno y que se encontraba regulado por el Dr. Francia en sus anotaciones de debe-haber del Cuaderno Privado.

La obra inicia con un pasquín realizado por traidores al gobierno de Francia. Este pasquín representa desde el inicio los intereses de los criollos a los que acusa de utilizar la escritura para refrendar un ataque directo contra su gobierno. Francia acusa a los redactores de este pasquín de ser los culpables, pues ellos son los únicos capaces de cometer semejante crimen contra Paraguay.

“¡Qué libros va a haber aquí fuera de los míos!”
[1] Este es claramente un mensaje directo a que la oralidad habrá de estar presente en el relato de la obra, siendo así que el juego de palabras y su deformación parodiada servirán de modelo para expresar su intento de regresar a la tradición oral y por lo tanto social del Paraguay guaraní pre-colonial.

A lo largo del libro se presenta el relato del gobierno de Rodríguez Francia comentando el desarrollo de su gobierno y las afrentas externas provenientes del sur y del este que amenazan la soberanía de su república. Aunada a la amenaza que presentan los poderes criollos aún existentes en el Paraguay.

En palabras del Doctor Francia los criollos: “Profetizaron convertir a este país en la nueva Atenas. Areópago de las ciencias, las letras, las artes de este Continente. Lo que buscaban era en realidad bajo tales quimeras entregar el Paraguay y al mejor postor… ¡Areópagos a mí! ¡A la cárcel, collones!”
[2]

El Supremo se dedica luego a iniciar el dictado a Patiño de sus palabras para ser escritos en el Cuaderno Privado en el que se habrá de dar cuenta de todo y se pagará hasta el último céntimo. Cuaderno Privado que representa que la escritura está en sus manos, por lo tanto en sus manos está el poder mismo.

El Cuaderno Privado es un balance exacto de las cuentas del país. No es un diario de historias ficticias, ni mucho menos de pensamientos simplemente es un recuento del haber-debe del país.

El Supremo surge aquí como la
fuente dupla guaraní del Yo-Él. Es el nacer guaraní de las dos almas de todos los seres, un alma que es material y la otra que es verbal. Un alma que representa al gobernante y otra que represente a los gobernados, ambos, bajo su nombre. José Gaspar Rodríguez de Francia gobierna y es el gobierno mismo. “El Yo sólo se manifiesta a través del Él. Yo no me hablo a mí. Me escucho a través de Él.”[3]

El relato de Francia representa el ascetismo con el que vivió a lo largo de su gobierno y refleja sus ideales de retornar a la vida guaraní de subsistencia y de paz alejándose cada vez más del poder escrito impuesto por los europeos y sus gangrenosos intereses comerciales.

Se presenta a Asunción como el centro de gobierno en el que se desarrolla la novela entera y se refiere en esta los festivales ofrecidos a los visitantes de las Provincias y del Imperio. “Asunción ciudad-capital. Fundadora de pueblos. Amparo-reparo de la conquista.”
[4] Se presenta también el sitio en donde habrían de encontrarse viviendo en condiciones infrahumanas los últimos sobrevivientes del antiguo régimen en Tevegó que es descrita como un área sucia, desértica, insana, perniciosa y tórrida plagada de aquellos que trataron de acabar con el régimen que el pueblo mismo había establecido.

Francia siempre pensó de si mismo como un:

“Gobernante Supremo, también soy vuestro padre natural. Vuestro amigo. Vuestro compañero. Como quien sabe todo lo que se ha de saber y más, les iré instruyendo lo que deben hacer para seguir adelante. Con órdenes si, más bien con los conocimientos que les faltan sobre el origen, sobre el destino de nuestra Nación.”
[5]

Francia era un ilustrado y por lo tanto:
“Me acusaron reo de la sociedad. Promotor subversivo de novedades, de divisiones, de enfrentamientos. A ver, señores militares y aristócratas, no basta dar cualquier nombre a las cosas… ¿por un verdadero Gobierno surgido de un Congreso General en el que estén representados todos los ciudadanos? ¿Por qué han de tachar de subversivo a quien propone que las autoridades sean elegidas por asambleas ampliamente populares?”
[6]

Es este Gobernante Supremo, persona segura del poder que detenta. Cree de si mismo el enviado para dirigir a un pueblo carente de los conocimiento necesarios para escribir el futuro de una Nación entera que clamó su auxilio al solicitarle regresara como líder del gobierno ante la amenaza porteñista.

“Investido del Poder Absoluto, El Supremo Dictador no tiene viejos amigos. Sólo tiene nuevos enemigos. Su sangre no es agua de ciénaga ni reconoce descendencia dinástica. Esta no existe sino como voluntad soberana del pueblo, fuente del Poder Absoluto, del absolutamente poder.”
[7]

Es Él Supremo el único que como: “director y jefe civil, apareciera como el árbitro de la conciliación frente a las fuerzas en pugna para la institucionalización del país.”
[8] Sólo el detentaba el conocimiento y sabiduría para la institucionalización del país. Nadie más que él.

En referencia a la amenaza que representan los poderes extranjeros para Paraguay El Supremo se encarga de decir de ellos:

“Estados extranjeros. Gobiernos rapaces, insaciables agarradores de lo ajeno. Su perfidia y mala fe las tengo de antiguo bien conocidas. Llámese Imperio del Portugal o del Brasil… El pantagruélico imperio de voracidad insaciable sueña con tragarse al Paraguay igual que un manso cordero… La Banda Oriental. Sus bandas de forajidos fueron los que ayudaron a cerrar aún más el bloqueo de la navegación… La Hidra de Plata es precisamente la única que sigue insistiendo en su afán de apropiarse del Paraguay. Para destruirlo, mutilarlo, cercenarlo, ya que no ha conseguido anexarlo al conjunto de las pobres provincias sofocadas entre sus tentáculos.”
[9]

Por lo tanto Paraguay habría de acabar con estos poderes y enviarles un mensaje de que nunca habrían de someterse a España, Lima, Buenos Aires, Brasil u otra potencia extranjera que pretenda sojuzgarlos.

El Imperio había mandado a Mantel Correia da Cámara junto a la misión porteña de Belgrano escoltados ambos por un regimiento de pardos y mulatos. Buenos Aires buscaba pactar una unión o alianza, el Imperio buscaba pactar una alianza más nunca la unión con Paraguay (26 de agosto de 1825).

Dos hermanos, Juan y Roberto Parish Robertson llegan a Paraguay y se lanzaron a una aventura paraguaya en la que contaron con la protección de Él Supremo hasta su expulsión en 1815 proveyendo alguna de la documentación existente de ese período histórico paraguayo.

Buenos Aires buscaba que Paraguay se integrara y acatar las órdenes del gobierno central bonaerense y fundamentaba esta necesidad de integración en la amenaza imperial portuguesa. Imperio que representaba en la óptica de Belgrano, una amenaza de un enemigo, que era común para ambos gobiernos. Todo debía firmarse, la unión, bajo el acta de capitulación de Takuary. Nunca se firmo acta similar y Paraguay reafirmó que era una República independiente y soberana. El virreinato no era más que un cadáver y sólo habrían de apoyar el surgimiento de una confederación.

“El Gran estómago rumiante que colgaba de un puerto”, Buenos Aires, habría de significar para Paraguay el que sería tragado vivo por los intereses bonaerenses. Para el Doctor Francia el Común, el pueblo en su conjunto, retomaría el poder que la Revolución imponía y nunca lo entregarían a los intelectuales alumbrados, a los jerarcas del patriciado.

Buenos Aires representaba para El Supremo:

“una nueva corona monárquica. Esta vez criolla. Sus más alumbrados intelectuales están desvinculados de las masas populares, como aquí mismo lo están los empingorotados jefes militares que señorean la junta.”
[10]

Los restos de la junta habrían de desaparecer durante los primeros años del gobierno de El Supremo y su poder sería eliminado de la política paraguaya, al igual que la influencia extranjera fue desterrada del país. Si Buenos Aires debía significar una unión para Paraguay, el líder de esta unión no sería otro que el gobierno del Yo-Él.

El desfile que sigue a la llegada de los emisarios de ambas amenazas en las fronteras del Paraguay no es más que una amenaza y una clara demostración de que Paraguay lucharía con armas en puño si de defender la soberanía se tratase. Su ejército no estaba armado con más que “cañones disfrazados y hombrecitos minúsculos”. La amenaza se resistiría y Correia y Belgrano cayeron en el engaño de un ejército “tan bien armando” como el de Napoleón.

El pueblo paraguayo estaba contento con su líder y soberano absoluto. Sus gracias y preocupación por el pueblo desde el inicio de su gobierno los había provisto de estancias de la patria para el cultivo de sus alimentos de subsistencia y dádivas eran otorgadas. Éstas se entregan y la obra menciona la entrega de 5,000 flautas a los alumnos de las escuelas públicas, como también la benevolencia y preocupación que el doctor Francia muestra por la viuda Gaspara Cantuaria de Arroyo. Esos son ejemplos de la benevolencia que todo gran caudillo habrá de tener para con el pueblo. No es necesario que el Común reviente de riquezas, simplemente que pueda vivir el día a día y así se asegurará la lealtad que todo caudillo necesita para su buen gobierno.

El Karaí Guasú de los guaraníes ha establecido un retorno místico y romántico a las raíces fundadoras de esos pueblos que antes del sometimiento de las Misiones Jesuíticas habían impuesto. El Supremo (Karaí Guasú) era ahora el cacique de las comunidades primitivas guaraníes.

El doctor Francia se vislumbró a sí mismo como un jacobino al estilo Robespierre durante todo su gobierno. El era el ejemplo clásico del Termidor latinoamericano. Sus políticas eran en realidad un reflejo del socialismo francés de la época de Babeuf en su intento utópico por creación de tierras comunales y por la eliminación de la propiedad privada que detentaban los criollos.

Roa Bastos criticó su poder autoritario y su obra es el reflejo de una dictadura que acabó monstruosamente con el poder de la elite y sojuzgó los intereses de los paraguayos comunes.

Los líderes de la Junta con los cuales gobernó poco a poco fueron juzgados y el 17 de julio de 1820 Yegros fue ajusticiado junto a Pedro Caballero, último que se suicidó.

Sergio Guerra Vilaboy, jefe del departamento de historia de la Universidad de la Habana, utiliza sus investigaciones del Paraguay de Él Supremo para ilustrar como el establecimiento de un gobierno al estilo del Babeuf socialista se había establecido y se emplea de la dialéctica marxista para ilustrar a Francia como un precursor del socialismo latinoamericano de su patria. Sus éxitos y alcances son reflejados como grandes avances alcanzados por este personaje dual. Su realidad en término de los avances alcanzados por Rodríguez de Francia no escapa de la retórica que acertadamente utiliza todo buen marxista.


El libro Yo El Supremo es una narración que recaba a lo largo de sus páginas el mundo irreal bajo el que vivió Jose Gaspar Rodríguez de Francia. Un mundo en el cual su poder dual aisló a la naciente república de las libertades y que a la vez acabó con toda una población criolla y peninsular. Su Termidor fue siempre atacado por Roa Bastos y esta novela histórica latinoamericana partió de hechos históricos convertidos en una de las más importantes relaciones históricas del Paraguay post-independencia.

[1] Yo El Supremo. Augusto Roa Bastos. Siglo Veintiuno Editores. 1987. p7
[2] Ídem. p10
[3] Ídem. p65
[4] Ídem. p43
[5] Ídem. p38
[6] Ídem. p173
[7] Ídem. p47
[8] Ídem. P205
[9] Ídem. p85-87
[10] Ídem. p226

"La Hidra Mexicana" en La Sombra del Caudillo de Martín Luis Guzmán

Los años veinte mexicanos serán recordados en los murales y las obras cubistas de Diego Rivera y en la imagen caprichosa de Frida Kahlo, de quienes no puedo evitar mencionar eran ambos comunistas; y en intelectuales como José Vasconcelos y Martín Luis Guzmán que en sus plumas plasmaron la que fue toda una época de batallas, prosa y tragedias griegas de la historia latinoamericana.

Pero también los años veinte son el vestigio de un México que por diez años se había visto sumido en una cruenta lucha armada que rescindió, a palos y balas, con la dictadura de Porfirio Díaz Mori que a lo largo de más de seis lustros había impulsado la industrialización del país y había sembrado la paz a costa de la explotación y opresión de la población mexicana.

Con el ascenso al poder de Francisco Madero luego de que pronunciara en la ciudad de San Antonio, Texas el Plan de San Luis se inicia un camino en la que la historia recuerda como la Revolución Mexicana. Revolución que en palabras de Martín Luis Guzmán iba a probar ser exitosa cuando “sea ley en las ciudades y los campos, ya no habrá más ricos ni codiciosos, más ricos explotadores de la miseria del pobre, sino que todos seremos ricos buenos, ricos revolucionarios y útiles.”
[1]

Acompañando en la batalla a Madero, grupos intestinos liderados por Emiliano Zapata luchaban por la reivindicación de los derechos de tierra indígenas que habían sido pillados en este momento histórico cuasi anárquico.

Tras la renuncia de Porfirio Díaz cinco meses después se instaura un gobierno provisional con Francisco León de la Barra qué en 1911 le entregó la presidencia a Francisco Madero. Tan sólo dos años después en 1913 un golpe de estado asestado al gobierno maderista por Victoriano Huerta demostró que Madero había sido inhábil para pacificar el país y surgió un caudillo en el norte del país que formaría un “ejército pacificador”, este caudillo era Venustiano Carranza.

En el año de 1917 Venustiano Carranza luego de convertir su empresa en un éxito pacificador se encargó de forjar en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos un texto de por más liberal. Tres años después, el 21 de mayo de 1920 uno de sus ministros le dio muerte y tomó el poder luego de haber pronunciado el levantamiento en armas con el Plan de Agua Prieta.

Este ministro que durante el gobierno de Carranza estuvo a cargo del Ministerio de Guerra se llamaba Álvaro Obregón y su gobierno (1920-1924) se caracterizó por haber conciliado la pacificación del país. Es importante mencionar que durante su gobierno se aplicó la reforma agraria mexicana de 1915, de la que encontramos en la obra de Guzmán una referencia a tierras expropiadas a la “May-be Co.”

En el año de 1924 Álvaro Obregón (el Caudillo) fue asesinado y le sucede en el poder Plutarco Elías Calles (Hilario Jiménez). Meses antes, en diciembre de 1923 la rebelión militar había estallado y dos tercios del ejército eran partidarios de los insurrectos, en la novela, estos dos tercios de insurrectos se encontraban presentes en la Cámara de Diputados, creando quórum suficiente para tomar decisiones y entregar el poder a Aguirre.

Estados Unidos jugó un papel trascendental en esta rebelión militar y su gobierno apoyó al gobierno obrerista al realizar un bloqueo militar y dar armas necesarias para contener la rebelión, y a cambio de amplias concesiones a intereses económicos estadounidenses, se ratificaron los acuerdos de Bucareli y se restablecieron “relaciones armoniosas” con el país del norte.

Los secesionistas fueron derrotados y la aplicación de la ley fuga en el país acabó con la vida de 54 generales que se habían levantado en armas en el país llegando así a su fin el camino del progresismo político en México.

Martín Luis Guzmán, que desde 1913 había ido al norte luego del asesinato de Madero se unió a la causa de Francisco Villa y en 1915 debe ir al exilio en España cuando Venustiano Carranza lo aprehende, en donde toma parte de las agitaciones republicanas que derribarían a la monarquía. Guzmán fue un fuerte crítico de la sociedad mexicana y reconoció a lo largo de obra, en repetidas ocasiones, la ineptitud de los políticos mexicanos para gobernar.

Luego del fallecimiento de Venustiano Carranza, Martín Luis Guzmán regresa a México y se encauza como partidario de Adolfo de la Huerta (Ignacio Aguirre, quien también toma algunos aspectos históricos de la vida de Francisco Serrano) para tener que salir al exilio de nuevo en 1925.

La Sombra del Caudillo es reconocida como la obra cumbre de Martín Luis Guzmán y fue censurada por el gobierno mexicano hasta el año de 1990. Las razones de esta censura se encuentran en que fue un ataque directo y de raíz a la figura del caudillo mexicano, al presidente de la República. Este en realidad era tan sólo un ataque prosaico y en sus letras plasmó la figura omnímoda de la que gozaba el “hombre fuerte” en la lucha contra sus enemigos, venciendo a unos y nulificando a los demás.

En palabras de Antonio Castro Leal
[2] la figura del caudillo era una “fuerza moral; era ejecutiva, autoritaria, dictatorial. Su suprema autoridad era incontrastable porque los generales no tenían tropas que oponerle en un duelo militar, y porque los civiles –gobernadores, senadores y diputados – no les convenía hacerlo porque esa autoridad era el origen mismo de su propia situación”[3].

La figura caudillista a lo largo de la obra se encuentra plasmada en la sombra inmensa que fisga todas y cada una de las páginas de este libro. Se transforma en una serie de movimientos fugaces y tras telones durante la acción de toda la novela, y su decisión ante el acontecer de los hechos parece significar tanto o casi la providencia poderosa que todos desearían tener a su favor.

Los personajes principales de la obra son Hilario Jiménez e Ignacio Aguirre. El primero funge como Ministro de Gobernación del gobierno del Caudillo y es un hombre altivo y pretensioso del poder como sucesor del Caudillo. Este hombre, seguro de ser el valido caudillista, habrá de luchar por conseguir el poder sucesor y habrá de imponer sus intereses de forma arbitraria y porfiada.

Su contrincante, Ignacio Aguirre, es un joven de unos treinta años que tiene bajo su cargo el Ministerio de Guerra y que habrá de verse en un dilema existencial durante toda la novela en los deseos de sus seguidores por verlo en la presidencia y los deseos íntimos de él por ser fiel a la figura del pater familias mexicano.

La novela inicia en las calles de la ciudad de México cuando Ignacio Aguirre se dirige a la casa de Rosario, una chica que habrá de representar la inocencia y dulzura en la vida de Aguirre, así como también su lado humano e ingenuo. Aguirre era ya un hombre casado y enamoraba a esta chica en una liaison sutil y traviesa.

Luego, Aguirre aparece en una nueva escena conversando con su amigo Axkaná, que tomará el papel de la faz equilibrada, ilusa y prudente
[4] del Ministro de Guerra con quien está discutiendo si acepta la postulación a la presidencia.

Tiempo después se realiza un almuerzo en el restaurante de Chapultepec al que acuden Encarnación Reyes, un rudo general de división y jefe de las operaciones militares en el Estado de Puebla, y Olivier Fernández, un sagaz y astuto agitador político que lideraba el bloque Radical Progresista de la Cámara de Diputados y que durante su carrera política había sido ya alcalde de la ciudad de México y ex gobernador.

En este restaurante Olivier presenta su plan a Aguirre, segundo a quien quería postular como candidato a la presidencia de la mano de los “radicales progresistas y otros elementos afines” en oposición a la candidatura del general Hilario Jiménez.
[5]

Otro de los invitados a la reunión era López de la Garza, antes un abogado que toma las armas en la época de la Revolución y que se había convertido en el cerebro del Jefe de las Operaciones en el Estado de Puebla, convirtiendo a este estado en el bastión político-militar de los radicales progresistas.
[6]

Ya la candidatura de Aguirre se creía consumada y la que desde hacía ya dos años había sido la “voz de la calle”
[7] confirmaba el grito de “o Ignacio Aguirre o Hilario Jiménez.

Ahora “todos” los candidatos apoyaban a Aguirre y este empieza a escuchar cantos de “ya sabe usted mi general; usted cuenta conmigo para todito lo que se le ofrezca, de veras, sin recámaras. Soy de los que lo apoyamos con el corazón en la mano, no de falsos y traidores. Y si alguien le viene con el chisme de que yo ando o yo hablo con el general Jiménez, no cavile en eso; tómelo a broma; que, de hacerlo, es tan sólo para no dar a los otros pie por donde puedan sospechar.”
[8] Fue así que desfilaron en su oficina casi todos los jefes militares del país y le ofrecieron su apoyo como candidato para la presidencia mexicana.

¿En dónde estaban todos estos hombres cuando junto con doce otros habrían de caer uno a uno? Todos estaban en la oficina de Jiménez confirmándole su apoyo cuando sus posibilidades de sacar ventaja en el partido aguirrista comenzaban a diluirse.

Aguirre en un inocente y estúpido intento por mantener la amistad con el Caudillo lo visita y le asegura que no se cree digno de siquiera llamarse candidato a la presidencia como su sucesor. Por supuesto, este fue un desperdicio de su tiempo, porque en la política mexicana de la época, todo lo que se dijera caería en “papel mojado” tiempo después. Decepcionado Aguirre se retira sin poderse explicar cómo es que el Caudillo luego de diez años de serle fiel no hubiera querido creerle.

Axkaná, hábil en la política y un observador atento de los movimientos ocurridos en los asuntos de Aguirre, no le da importancia al encuentro con el caudillo y le parecía totalmente lógico el que el Presidente no le hubiese creído. Lo que le había preocupado en realidad era la actitud de Aguirre luego de la reunión pues demostraba su ingenuidad y arrebato sentimental.
[9]

Es aquí que Axkaná reconoce en su amigo la tragedia del político mexicano, aquel “cogido por la inmoralidad y mentira que él mismo ha creado; la tragedia del político, sincero una vez, que, asegurando de buena fe renunciar a las aspiraciones que otros le atribuyen, aún no abre los ojos a las circunstancias que han obligado a defender, pronto y a muerte, eso mismo que rechaza.”
[10]

Luego Aguirre se dirige a las oficinas del Ministro de Gobernación y le trata de asegurar que no está interesado en formar parte de la carrera presidencial. Jiménez le pone como condiciones que remueva a Encarnación Reyes para que no se atreva a levantarse en armas, porque sería obedeciendo a “órdenes de Aguirre”. Además, le pide que le entregue en el bolsillo el Partido Radical Progresista de Olivier y Axkaná.

Aguirre se opone a aceptar su propuesta y en cambio le ofrece su renuncia. Lógicamente, el que hiciera esto iba a tan sólo ensalzar los sentimientos de sus seguidores e Hilario no acepta su propuesta. En un quid pro quo que contendía a estos dos Ministros los resultados fueron que la “amistad” había llegado a su fin y la carrera política era ahora ya abierta.

Olivier obedeciendo a sus intereses políticos decide cambiar de partido e inicia un plan para pasarse del lado de Jiménez. Jiménez “necesitaba servirse de la facultad, suprema en la política como en la guerra, que más estimaba él entre las suyas: saber transformar en factores útiles de un plan nuevo las consecuencias adversas del plan de antes.”
[11]

Todo lo que Olivier pensaba hacer era abandonar a Aguirre acusándolo de estar reticente a aceptar la candidatura, luego pasarse al bando de Jiménez, siempre y cuando se dividiera el pastel conforme a sus intereses.

Aguirre que nunca había sido declarado por ningún partido formalmente como candidato habría de pasar al olvido cuando el Partido Nacional Radical Progresista y sus partidos afines apoyasen la candidatura de Jiménez.

Este cambio de afiliación política se daría sí y sólo si, el general Hilario Jiménez “garantice a dichos partidos los cuatro puntos siguientes: 1º, los dos tercios del número total de curules en el futuro Congreso Federal; 2º, el control de los poderes locales y municipales dondequiera que estos momentos dominan los radicales progresistas o sus afines; 3º, el Ayuntamiento de la ciudad de México; 4º, la mitad de las carteras del futuro Gabinete.”
[12]

Esto habría de significar para Jiménez la “entrega del país” al partido progresista y aceptó la propuesta al inicio, a cambio solicita que lo declaran el candidato oficial del partido a la Presidencia en la convención que se realizaría en Toluca por el Partido Radical Progresista.

Tiempo después de haberse hablado, Olivier se dirige a la oficina de Jiménez donde este último le declara que “he estudiado a consciencia sus proposiciones, que al principio tuve por aceptables; hoy veo que no lo son, y las rechazo”.
[13]

Jiménez se había percatado ya que no necesitaba de Olivier, a su parecer, México estaba en sus manos y podía prescindir de cualquier alianza con los radicales siempre y cuando las arcas del Tesoro estuvieran disponibles para comprar uno a uno a políticos estratégicamente dispuestos.

Se realiza la convención de Toluca que ratifica el apoyo a la candidatura de Jiménez y que había pasado por encima de los designios de Olivier de para todo y volver a apoyar a Aguirre. Olivier al final de la reunión debe salir huyendo y su auto es perseguido por hombres de, quien fuera su amigo y compañero político, Catarino Ibáñez.

Luego de un atentado contra la vida de Axkaná, Aguirre consigue la confesión del coronel Zaldívar que bajo órdenes de Jiménez le había mandado a torturar a Axkaná. La toma y la lleva ante el Caudillo. su respuesta fue un golpe al honor de Aguirre cuando niega la autenticidad de los hechos y declara que “Hilario, como funcionario y como hombre, está por encima de tales pequeñeces.”
[14]

Aguirre presenta su renuncia horas después y la batalla se lleva a la Cámara de Diputados en la que tenían mayoría y el quórum necesario para hacer caer el peso de la ley. Mientras tanto, Jiménez había ordenado acabar con el quórum de los radicales con la muerte de unos cuantos de los progresistas que lideraban el partido.

Protasio Leyva, Jefe de las Operaciones en el Valle de la ciudad de México, junto con los líderes del movimiento hilarista en el Congreso planean el complot contra los opositores y todo dependía de acabar con el quórum y la mayoría aguirrista.

Ahora la cacería humana iniciaba y se acabaría con esa hidra de sedicentes que atentaban contra los ideales revolucionarios,

“porque habéis de saber, os hablaré con franqueza, que brillaba hasta hace poco en lo más encumbrados puesto de la Revolución un hombre a quien todos atribuíamos incorruptibles virtudes cívicas y recia fe en el papel histórico que la patria señala a sus mejores hijos. Pero ha ocurrido que este hombre… anda ya en tratos estrechos con la reacción, cuyos intereses execrables se apresta a servir sin el menor escrúpulo. De modo que convertido así, por sorpresa, de compañero en rival, de amigo en enemigo, de patriota en traidor, su defección amaga seriamente la continuidad y el poder revolucionarios, puesto que con él traicionan cuantos elementos le son adictos, algunos de ellos dotados de gran vigor, algunos de capacidad no desdeñable.”
[15]

El complot que habría se asestarse en el Congreso falla y al día siguiente el capitán Adelaido Cruz visita a Olivier Fernández. El capitán había resuelto contar parte por parte el plan de Protasio Leyva contra la vida de los diputados aguirristas. ¿Pero por qué razón habría de venir a confesarle la planeación del crimen? ¿Había sido tan sólo una emboscada para confundir a Olivier, Aguirre y sus seguidores?

A Aguirre ahora no le quedaba otro camino que levantarse en armas y el Caudillo terminó de abrir de par en par las arcas del Tesoro.

Ahora López de la Garza, Olivier Fernández y los generales sin cargo activo ni tropas proponían el levantamiento en armas y la postura defendida por Julián Elizondo que prefería no precipitar las cosas y seguir haciendo adeptos entre los generales y coroneles no comprometidos.
[16]

La discusión continua y se aclara a gritos que esta era una batalla de los políticos en la que el pueblo no tomaría parte por causa de su indiferencia, esa era una batalla en la que la nación no se batía; “se bate el ejército, y del Ejército, no puede ponerse en duda, lo más no está aún con nosotros. Conviene pues seguirlo trabajando.”
[17] En palabras de Elizondo, no estaban listos para lanzarse contra el caudillo y sus designios omnímodos. Eran muy débiles aún y era un arma muy peligrosa.

En México el pueblo no contaba, el sufragio no existía. Tan sólo existía “la disputa violenta de los grupos que ambicionaban el poder, apoyados a veces por la simpatía pública. Esa es la verdadera Constitución Mexicana; lo demás, pura farsa.”
[18]

Días después Jáuregui, el jefe del 16º Batallón, llega a la casa de Aguirre y le comenta que Leyva a primera hora de la noche lo habrá de apresar y acusar de en un juicio sumario que los sentenciaría a la última pena.

Aguirre tenía dos caminos, o trasladarse a Toluca donde lo protegería Elizondo, o a Puebla con Encarnación.

Se traslada a Toluca en donde Elizondo lo traiciona obedeciendo a intereses de política real. Elizondo de haberlo apoyado se hubiera visto expuesto. Pero, entregándolo como prisionero al costo de una simple traición más se estaba asegurando el triunfo de un posible ministerio en el futuro.
[19]

Lo toma prisionero junto a los otros y lo envían como prisionero de guerra de regreso a México. En el trayecto de regreso a la ciudad de México son detenidos y bajados del camión. Uno a uno se les da un golpe mortal y en el Gran Diario tan sólo se habló de una intentona de sublevación que fue rápidamente controlada. “Este Gobierno guardó siempre actitud serena; nunca molestó a quien se hacía llamar candidato radical progresista; dio amplias garantías; hizo ver cuál era el camino del patriotismo, y ofreció que el voto público sea respetado.”
[20]

La novela se convierte ahora en una tragedia griega, Aguirre esperó la bala en quietud absoluta, “que en aquella fracción de instante se admiró a sí mismo y se sintió –solo ante el panorama, visto en fugaz pensamiento, de toda su vida revolucionaria y política –lavado de sus flaquezas. Cayó porque así lo quiso, con la dignidad con que otros se levantan.”
[21]

En conclusión la temática de esta novela es el reflejo del poder que el oportunismo político jugó en México durante los años post-revolucionarios. Es el reflejo de la maquinación de la política de una nación que para entonces tenía ya más de catorce millones de habitantes y que era manejada al antojo de los intereses de unos cuantos políticos que vivían a la sombra caudillista.

Es el reflejo de un México que viviría plagado por la corrupción y la perpetuación de un gobierno de hidras zafias que manejarían por décadas el país a su gusto y antojo haciendo y deshaciendo la Constitución Mexicana que era sostenida tan sólo por el poder de las armas y no del sufragio ciudadano.

La lista de defunción del juicio sumario leía así: general de división Ignacio Aguirre; general de brigada Agustín J. Domínguez, gobernador de Jalisco; señor Eduardo Correa, presidente municipal de la ciudad de México; señores licenciados Emilio Olivier Fernández y Juan Manuel Mijares, diputados al congreso de la Unión; ex generales Alfonso Sandoval y Manuel D. Carrasco; capitanes Felipe Cahuama y Sebastián Rosas, y señores Remigio Tarabana, Alberto Cisneros y Guillermo Ruiz de Velazo. Descansen en paz.


[1] La Sombra del Caudillo. Martín Luis Guzmán. Editorial Porrúa. México, 1982. p. 100
[2] Nació en San Luis Potosí, el 2 de marzo de 1896 y falleció en México, D.F., el 7 de enero de 1981. Licenciado y doctor en derecho por la Universidad Nacional, y doctor en filosofía por la Universidad de Georgetown.
[3] La Sombra del Caudillo. Martín Luis Guzmán. Editorial Porrúa. México, 1982. p. xi
[4] “El alma de Axkaná era evocativa, soñadora; por un momento voló también, y su vuelo, a influjo de la perspectiva que lo inspiraba, fue un poco azul y quimérico, un poco triste como la mancha gris del Castillo (el de Chapultepec) sobre la regia pirámide de verdura.” Ídem. p.25
[5] Ídem. p.31
[6] Ídem. p.31
[7] “No la voz de la nación: la voz de la calle, la voz de la malicia populachera, que suscitaba ambiciones y pasiones a fuerza de adelantarse a vaticinarlas”. Ídem. p. 45
[8] Ídem. p. 46
[9] “Que el Presidente no hubiese creído las protestas con que su ministro rechazaba la presidencia futura era un hecho casi lógico. Justamente así que tenía que ser. Pero lo que sí le sorprendió fue que su amigo, lastimado por tales dudas, se entregara al arrebato. Un desahogo casi sentimental…” Ídem. p.56
[10] Ídem. p.57
[11] Ídem. 73
[12] Ídem. p. 74
[13] Ídem. p. 76
[14] Ídem. 153
[15] Ídem. p.166-167
[16] Ídem. p. 199
[17] Ídem. p. 200
[18] Ídem. p. 203
[19] Ídem. p. 222
[20] Ídem. p. 225
[21] Ídem. 239

Saturday, November 05, 2005

"El jardín del profeta" por Khalil Gibrán

El día de ayer llegó a mis manos un pequeño libro de bolsillo. Un pequeño tesoro que me regalaron hace algunos días y que tuve la oportunidad de leer mientras toma unas cuantas tazas de café y un cigarrillo estaba a mi lado.

Por supuesto, que todos los tesoros tienen características que los hacen pertinentemente adecuados para situaciones de nuestra vida, situaciones mismas en las que casan como piezas de ajedrez en un tablero al estilo ying-yang.

Una vida es el ying-yang mismo y en mi vida las siguientes frases cayeron como un balde de agua. Como un balde de agua fresca que me recordó que mi mejor amigo es el libro que tenga en mis manos. Que mi mejor amigo va a ser siempre ese flaco bagaje de hojas que cada dos o tres minutos cambian de página.

Espero que estas frases les gusten y entiendan el mensaje que El Profeta Almustafá nos entrega en este pequeño libro para que aquel que quiera oír oiga. Enhorabuena amigos, disfruten de lo total:

Y Almustafá dijo:

“Amigos míos y compañeros de camino, compadezcan a la nación que está llena de creencias y vacía de religión.

Tengan piedad de la nación que lleva vestidos que no teje ella misma, que come un pan cuyo trigo no cosecha, y que bebe un vino que no mana de sus propios lagares.

Compadezcan a la nación que aclama a un matón como si fuese un héroe, y que considera bondadoso al oropelesco y despiadado conquistador.

Compadezcan a la nación que desprecia las pasiones cuando duerme, pero que, al despertar, se somete a ellas.

Compadezcan a la nación que no eleva la voz más que cuando camina en un funeral, que no se enorgullece sino de sus ruinas, y que no se rebela sino cuando su cuello está colocado entre la espada y el zoquete de madera.

Compadezcan a la nación cuyo estadista es un zorro, cuyo filósofo es un prestidigitador, y cuyo arte es un arte de remiendos y gesticulaciones imitadoras.

Compadezcan a la nación que da la bienvenida a su nuevo gobernante con fanfarrias, y lo despide con gritos destemplados, para luego recibir con más fanfarrias a otro nuevo gobernante

Compadezcan a la nación cuyos sabios están aniquilados por los años, y cuyos hombres fuertes aún están en la cuna.

Compadezcan a la nación dividida en fragmentos, cada uno de los cuales se considera una nación.”[1]

Amigos compadezcamos a las naciones del mundo, porque todas ellas han de ser compadecidas por alguna de estas razones. Que la gracia de la sabiduría nos haga entender que no somos nada más que pequeños reflejos de la perfección que buscamos, y que como humanos nuestros errores nos llevan a lo profundo de las aguas. Compadezcan al que no quiera oír, compadezcan a aquel que no entiende que él es el lobo contra el cual siempre lucha.

Más siguió Almustafá el profeta su sermón y llegó a aquel individuo que convive en las naciones compadecidas. A aquel hombre que se pregunta qué es en realidad ser. Es ser un ser vivo o sólo ser un ser quimérico que habita allende nuestras mentes. Pero Almustafá sermoneó así a aquel discípulo que le había preguntado:

“Pero ahora, ser significa ser sabios, mas no ajenos a los insensatos; es ser fuertes, mas no insensibles a los errores del débil; es jugar con los niñitos, pero no como padres, sino como compañeros de juego, dispuestos a aprender sus juegos.

Ser es ser simples, afables con los ancianos y las ancianas, y sentarse con ellos a la sombra de sus antiguos robles, aunque todavía estén caminando con la primavera.

Es buscar al profeta aunque esté vivo más allá de siete ríos, y permanecer en paz en su presencia, sin querer nada, sin dudar de nada, y sin preguntas en los labios.

Es saber que el santo y el pecador son hermanos gemelos, cuyo padre es nuestro Magnánimo Rey, y aquel que nació un instante antes que el otro, lo consideramos como el Príncipe Coronado.

Ser es seguir a la Belleza, aunque nos conduzca al borde del precipicio, y aunque ella es alada, y ustedes no, y aunque vaya más allá del vorde del precipio, síganla; porque donde no hay Belleza, no hay nada.

Ser es estar en un jardín sin tapias, en un viñedo sin guardián, en una casa de tesoros siempre abierta a los transeúntes.

Es ser robado, engañado, decepcionado y, ¡ay!, incluso ser conducido a una trampa, y tener que soportar las burlas del burlador, y sin embargo, mirar desde las alturas del ego superior y sonreír, sabiendo que hay una Primavera que acudirá al jardín para danzar con las hojas, y un Otoño que hará madurar las uvas; sabiendo que si una sola de las ventanas está abierta hacia el oriente, nunca estarán vacíos; sabiendo que todos aquellos a quienes se considera ladrones y malhechores, engañadores y burladores, son sus hermanos en necesidad, y que acaso ustedes mismos son como todos éstos, a los ojos de los benditos habitantes de la Ciudad Invisible, que se erige por encima de esta ciudad.

Y óiganme, ustedes, cuyas manos modelan y encuentran todas las cosas que se necesitan para la comodidad de nuestros días y de nuestras noches:

Ser es ser un tejedor con dedos que ven, un constructor consciente de la luz y el espacio; es ser un labrador y sentir que se está escondiendo un tesoro en cada semilla que se siembra; es ser un pescador y un cazador con piedad por el pez y la bestia; pero aun con mayor piedad por los hambrientos y por las necesidades del hombre.”[2]

La hora de Almustafá llegó junto con el alba y su retirada allende el horizonte se hacía a cada minuto que pasaba una realidad. Su labor en el pueblo que lo vio nacer había terminado por ahora. Su jardín, el jardín de sus padres y de las semillas que éstos vieron florecer, y verán florecer por la eternidad, iba a ser abandonado. Su camino lo llevaba ahora a la lejanía de lo cognoscible. Almustafá se despediría de sus padres y las flores que ellos abonaron. El Profeta les habló de qué es morir y trascender a lo infinito. Trascender como aquel abono que fértil es el limo del jardín que algún día verá florecer su tumba eterna. Yo haré lo mismo que este hombre, tan divino y tan humano a la vez, yo seguiré su camino y

“Viviré más allá de la muerte, y cantaré a sus oídos, incluso cuando la vasta marejada me devuelva a la inmensa profundidad del mar.

Me sentaré a sus mesas, aunque ya no tenga un cuerpo e iré con ustedes al campo, como espíritu invisible.

Llegaré a sus hogares y a sus chimeneas, como huésped no visto.

La muerte no cambia nada, sino las máscaras que cubren nuestros rostros.”[3]

Que sean esas máscaras eternas las que queden en nuestras mentes, que nuestros espíritus se sacien en las mesas y nunca pasen de nuevo los meses y los días. Que nuestra voz cante por siempre en aquellos a los que tocamos alguna vez en el pasado. Que la vida colme nuestros caminos y que finalmente el mar trague nuestro recuerdo. ¡Hasta pronto y los espero como huéspedes allá en la niebla!



[1] El jardín del profeta. Khalil Gibrán. Errepar. Argentina, 2000. p. 31-33

[2] Ídem. p.84-88

[3] Ídem. 108-109

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